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Real y Antigua Hermandad de la Santa Cruz, Sagrados Corazones de Jesús y de María y Ascensión del Señor al Cielo.

HISTORIA DE LA SANTÍSMA CRUZ DE ARRIBA DE VILLARRASA

Venancio Javier Robles Ramos
Hermano e historiador.

El devenir histórico de la Cruz de Arriba de Villarrasa, de sus fiestas y de su Hermandad está aparejado a los tiempos y costumbres que le ha tocado vivir, a los cambios y circunstancias que imponían cada momento histórico, y que la han forjado y la han llevado a ser lo que es hoy día. La historia de una Hermandad que, aún manteniendo una devoción de siglos y manteniendo viejas tradiciones y usos, ha sabido transformarse y evolucionar con los tiempos. En definitiva, la historia de una corporación que hoy día es paradigma y reflejo del trabajo bien hecho, a su tiempo y con su tiempo, mostrando como las metas se llevan a cabo con el tesón y el amor que, a lo largo de su historia, han mostrado los arribeños hacia su titular, la Santísima Cruz de Arriba.

La falta de documentación escrita que recoja dicha historia, nos lleva a investigar otras fuentes donde podemos encontrar datos y referencias a nuestra Santa Cruz y sus fiestas. La trasmisión oral nos ha aportado numerosos frutos, ya que, al analizar las historias y leyendas en torno a la Santa Cruz de Arriba, que la tradición ha mantenido vivas en las voces de nuestros mayores, ha sido fuente inagotable de información. Ellos son el testimonio de lo vivido, las fuentes auténticas de la tradición, recordando hasta el último detalle de toda su vida junto a su Cruz.

Las fiestas en torno a nuestra Titular surgen al amparo de la creciente devoción hacia la Santa Cruz que corría por estas tierras del Condado. Pero para buscar el origen de estas celebraciones cruceras y la devoción hacía el Santo Madero, habría que remontarse hasta le Edad Media. La Cruz, como símbolo supremo del cristianismo, fue difundida durante el medievo por los frailes franciscanos por toda Europa. Esa predicación dio lugar al nacimiento de rituales específicos en torno a dicho símbolo, tales como el Vía Crucis, que rememoraba el camino de Jesús hacia el Calvario portando la Cruz. Igualmente surgieron las hermandades de Vera Cruz, destinadas al culto del Santo Madero, que se encuentran entre las más antigua del orbe cristiano.

La fiesta litúrgica de la Invención de la Santa Cruz, celebrada siempre el 3 de mayo desde al menos el siglo VII, cuando la fijara el Fuero Juzgo, según la tradición cristiana, conmemoraba el supuesto hallazgo de la Cruz, por parte de Santa Elena Emperatriz, en el año 326. Dicha fiesta fue suprimida del calendario litúrgico en la reforma llevada a cabo por el Papa Juan XXIII, incluyéndose dicha celebración en la fiesta de la Exaltación de la Cruz, el 14 de septiembre, y que conmemora la recuperación para la cristiandad de la mitad de la Cruz por parte del emperador Heraclio en el año 629.

Honda son las raíces de la devoción en esta tierra, y en Andalucía, la difusión de dicho símbolo estuvo ligada a la Reconquista y a la repoblación cristiana de esta zona entre los siglos XIII al XV. Hoy día, dicha devoción constituye una de las grandes del calendario festivo andaluz, mostrando gran diversidad de rituales según la zona. Significativas son las celebradas en el Condado de Huelva, comarca en la que se sitúa Villarrasa, donde toman especial relevancia y son fiestas mayores en pueblos como Bonares, La Palma, Lucena, Paterna del Campo o Villalba.

Aun así, el aspecto actual de las fiestas en honor a la Santa Cruz dista mucho de las originales festividades medievales, y gracias a numerosos estudios que existen sobre la materia, podemos decir que la tipología de las celebraciones actuales tiene su origen y se asientan a finales del siglo XVIII y principios del XIX, influidas por diferentes corrientes culturales de gustos regionalistas y románticos, que llevaron a la inclusión en estos festejos de nuevos aspectos folklóricos y tradicionalistas. Lejos quedan de esta tipología las celebradas por las hermandades de la Vera Cruz, más cercanas a la Semana Santa actual.

Villarrasa, llevada por esta corriente, no fue menos. Dicha devoción caló hondo en la población desde los primeros momentos de la reconquista cristiana en el siglo XIII. La hermandad de Vera Cruz, de las más antiguas de la localidad, celebraba la festividad de la Invención de la Santa Cruz. Hay diferentes restos documentales que así lo atestiguan, como en las Acta Capitulares del Archivo Municipal, en la que podemos encontrar un documento de 1648 en la que se describe dicha festividad. Dicha corporación, con sede en la antigua ermita de la Misericordia, hoy ermita de Ntra. Sra. de los Remedios, desapareció en el siglo XIX, sobre todo tras el duro golpe que le propició la Desamortización religiosa de 1835, aunque ya venía languideciendo desde el siglo XVIII. Posiblemente, podemos decir que fue uno de los orígenes de la devoción crucera en nuestro pueblo.

A nivel particular, muchas familias villarraseras rendían culto a la Santa Cruz de manera privada. Una de ellas, la familia Roldán, según cuenta la tradición arribeña, es el origen de la Cruz de Arriba. Familia pudiente de la localidad, que a finales del XVII estaba dedicada al oficio de la cordelería y tenía especial devoción por el símbolo de la Cruz. Según cuenta la leyenda, uno de sus miembros partía todas las semanas a vender su mercancía hasta la vecina localidad de Valverde del Camino. En uno de sus viajes, un ladrón le asalto y, gracias a que se encomendó a la Cruz, salvo su vida. Este hecho le llevó a construir una peana para darle culto en las cercanías de lo que era el Prado de San Sebastián, donde existía desde la Edad Media una ermita y hospital dedicada a dicho santo.

Esta primera representación, como cuenta la leyenda, se trata de una Cruz de forja colocada sobre una peana, al gusto de la época, en algún llano o cruce de caminos. En este caso, estaba colocada en una de las entradas principales de la localidad, junto al Camino Real que llegaba desde Sevilla, en el citado Prado de San Sebastián, cercana a la ermita y hospital que se dedicaban a la recogida de huérfanos. También ligada históricamente, por su cercanía, con la ermita de las Angustias, levantada en el siglo XVII, pero de la que se conoce existió otra edificación anterior, posiblemente, de época medieval.

Investigaciones actuales realizadas por diferentes historiadores, corroboran esa creciente devoción a la Santa Cruz en el Condado, y sobre todo en casas particulares y calles. Entre dichas aportaciones, encontramos la existencia de un documento en el Archivo Parroquial de La Palma del Condado, en el fondo del Arciprestazgo del Condado, de finales del siglo XVII. Se trata de una prohibición firmada y sellada del arzobispo de Sevilla, Jaime de Palafox y Cardona, y que su transcripción dice lo siguiente: “…Se prohíbe, bajo pena de excomunión maior, a toda persona de cualquier estado, calidad y condición, adornar cruces y santos en las casas, así como acompañarse de fiestas y veladas, entre otras razones, por los ruidos y escándalos que se producen…”. Prohibición que no llegó a hacer mucho efecto entre la población de la época, siguiéndose con las mismas y siendo el preludio de lo que hoy son nuestras cruces de mayo.

En el XVIII, según los datos orales que han llegado hasta nosotros, se corrobora que la devoción hacia la Santa Cruz en torno a la peana levantada por la familia Roldán sigue creciendo. En dicho siglo se constata la existencia de una nueva hechura para Santa Cruz, la conocida como la de “Cristales” o “Espejitos”. Se trataba de una representación crucera al gusto de la época, donde los espejos se mezclaban con la madera dorada y policromada, estilo muy difundido en el Barroco andaluz y, sobre todo, en su etapa final, en el Rococó.

La Cruz pasa de una representación fija en una peana, a una movible, con la que poder darle otro tipo de cultos y, sobre todo, procesionarla. Posiblemente sería la misma familia Roldan la que encabezaría dicho cambio y con ello poder adorar al Santo Madero en lo que se conocerá como el “Portal”. Dicho lugar se trataba de una habitación de las casas, que sería adornada con telas, maderas, espejos, cornucopias, candelabros, etc., que formaban un altar efímero donde se le rendía culto a la Santa Cruz en el mes de mayo. Entendemos que serían diversos los lugares y casas que fueron utilizados para tal fin, pero si podemos decir que desde finales del siglo XIX dicho lugar se fijaría en los que hoy día es la actual Capilla de la Santa Cruz de Arriba. Datos escritos y, sobre todo, fotografías de la época, nos muestran como desde esas fechas la Santa Cruz ha recibido culto en el mismo lugar.

Una vez terminados los festejos y celebraciones en torno a la Santa Cruz, el Madero sería guardado en casa de la familia designada, en casa de lo que se denominó su Camarista, donde se preservaría hasta la próxima fiesta. Esa tradición siguió vigente en nuestra Hermandad hasta bien entrado el siglo XX, concretamente hasta 1994, cuando se construye la actual Capilla de la Santa Cruz de Arriba y la Junta de Gobierno decide mantener al culto, durante todo el año, perpetuamente, a su Titular.

El paso de una Cruz en una peana, fija, a una movible y más cercana, supuso un cambio sustancial en el tipo de celebraciones, iniciándose desde entonces una evolución histórica que llevó a los festejos cruceros hasta lo que es hoy día. Esa evolución hace que se impongan nuevos actos y cultos en los mismo, como el “Romerito” o Romero, que surge en el siglo XIX, al amparo de gustos tradicionalistas y folklóricos, y que nació con el bello y simple propósito de recolectar romero, flores y arbustos silvestres del campo para adornar los portales donde se veneraba a la Santa Cruz. Se convirtió en uno de los pilares básicos de las celebraciones en torno a las Cruces de Mayo en toda nuestra provincia, evolucionando en cada localidad hasta lo que hoy conocemos.

Otro de los aspectos que se fijan en el siglo XIX será la celebración de los festejos en torno a la Santa Cruz en un día concreto. En el caso de la Cruz de Arriba de Villarrasa, el día escogido fue el de la Ascensión del Señor al cielo, días antes de Pentecostés, fecha que se mantendrá como el marcado de dichas celebraciones hasta bien entrado el siglo XX. Desconocemos el por qué de esta elección, pero que si ha dejado huella marcada en el devocionario de los arribeños, siendo incluido dicha festividad dentro del título de la Hermandad y celebrándose, aún hoy día, misa en su conmemoración

En la misma centuria, y pese a ser un siglo de desapego religioso y plagado de problemas y conflictos políticos y sociales, la devoción a la Santa Cruz de Arriba sigue creciendo con los años. Y este auge lleva a sus devotos a realizar uno de los cambios estéticos más importantes de su historia. Se trata de la realización de un nuevo recubrimiento para el Madero de la Santa Cruz, hecho en telas y bordados, viniendo a sustituir al anterior de madera dorada y cristales. Según el estudio realizado en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, con sede en el Monasterio de la Cartuja de Sevilla, la datación de la misma se fecha en el primer tercio del siglo XIX. Se trata de una pieza bordada sobre un lame de plata, de la que se desconoce su autor, pero que tiene ejemplos similares en el Condado, como la parte trasera de la Santa Cruz de la Calle Cabo de La Palma del Condado, que coinciden en material, en estilo y en cronología.

Las rosas de pasión bordadas en oro serpenteaban por el madero, y en su parte central, alumbrado por cuatro potencias, se encontraba una imagen del Sagrado Corazón de Jesús realizado en hilos de seda. Esta advocación, nacida en Francia en el XIX, se pierde en los anales de la historia de la Cruz de Arriba, ya que desconocemos el por qué y cuando comenzó a utilizarse como simbología central del Santo Madero, pero que se ha mantenido hasta la actualidad siendo uno de los pilares fundamentales de la devoción de los arribeños.

De este recubrimiento bordado conserva la Hermandad innumerables fotos, desde los primeros años del siglo XX, que nos muestran su evolución estética a lo largo de los años. Desde las primeras fotos siempre aparece acompañada la Santa Cruz por el conocido “Palmarate”. Colocado justo detrás de la misma, dicho palmarate simbolizaba el triunfo de la Cruz de Cristo sobre la muerte y estaba realizado en flores de talco. Otro de los detalles que se puede observar en dichas fotos, y que acompañaban a la Cruz en la peana de su paso, eran dos pequeños angelitos, colocados a los pies de la misma, que portaban elementos de la Pasión de nuestro Señor, como eran la corona de espinas y los tres clavos, y que flanquearon a nuestra Titular hasta bien entrado el siglo XX.

De el primer paso que tenemos referencia, se trata del realizado en 1910 por el tallista sevillano José García, quien años antes había realizado el antiguo paso del Cristo de la Sentencia de la Hermandad de la Macarena y el paso conocido de los “Caballos” de la Hermandad de la Exaltación, ambas de Sevilla. Actualmente solo se conservan los cuatro candelabros que daban luz a las esquinas de dicho paso, y que cumplieron con su labor hasta los años 70 del siglo XX.

Otro de los enseres emblemáticos que aparecen en el amplio repertorio fotográfico que la hermandad conserva, desde principios del siglo XX, es la carreta que se utilizaba por aquel entonces en los “Romeritos”, la conocida como “la Pilila”, y que se estuvo utilizando hasta 1981. Se trata de un baldaquino datado entre finales del XVIII y principios del XIX, que en realidad era un paso procesional que se colocaba sobre un carretón para ser utilizado en el cortejo del Romero. De esta tipología encontramos numerosas muestras en diferentes localidades, como los que se utilizan en las procesiones del Corpus Christi de Villanueva del Ariscal o Umbrete. Cuatro columnas corintias sustentaban un techo abovedado coronado de estrellas. Actualmente, procesiona en la localidad de Rociana del Condado, ya que en 1984 fue cedido a la Hermandad de la Santa Cruz de Arriba de dicha localidad, quien recientemente lo ha restaurado acertadamente.

En las fotografías de los Romeros de primeros de siglo XX podemos observar otra de las piezas más peculiares que ha tenido nuestra Hermandad a lo largo de su historia, y no es más que el primer simpecado del que tenemos datos. A diferencia de los posteriores, la singularidad del mismo estriba en que en su centro albergaba la pintura de una custodia gótica con Jesús Sacramentado, franqueado por dos ángeles arrodillados. Los siguientes representaran en su óvalo central a la Santa Cruz, como el actual que procesiona la Hermandad.

Como bien dije al principio, pocos son los datos escritos que tenemos de esos primeros siglos de vida de la Santa Cruz de Arriba. Uno de los aspectos, que nos han llegado a lo largo de los años, y del que, si hemos encontrado algún dato escrito, es la denominación original de nuestra Cruz. Hasta hace poco, uno de los documentos escritos más antiguos que custodiaba el archivo de nuestra corporación era una papeleta de 1908 en la que aparece nombrada como la “Cruz de Acevedo”.

Recientemente, gracias a nuevas investigaciones realizadas, hemos podido encontrar una referencia escrita anterior a dicha papeleta. Se trata de la recogida por Vicente Ramos Boza en su libro manuscrito dedicado a la Virgen de los Remedios, y que hoy día conserva la Hermandad Sacramental. En dicho texto encontramos una descripción de la procesión de nuestra Patrona del 15 de agosto de 1868, en la que se cita la “Cruz de Cebeo”, ya que al pasar la Virgen por la calle San Sebastián se había construido junto a dicha peana un arco de flores.

Desconocemos totalmente el origen de dicha denominación, y sobre todo porque aparece en documentos nombrada con tres acepciones, “Acevedo”, “Cebeo” y “Zebeo”. No tenemos datos suficientes para poder sacar una hipótesis acertada de dichas denominaciones, pero hasta bien entrado el siglo XX, en diferentes documentos sigue nombrada así. Tampoco sabemos en qué momento y debido a qué cambia su denominación por la de Arriba.

Avanzado ya el siglo XX, llegaron los difíciles años 30, años de agitaciones y de la triste Guerra Civil. Momentos difíciles que no fueron propicios para las celebraciones religiosas, pero que, aun así, nuestra Titular siguió procesionando hasta el año 36. Junto con otras imágenes y devociones locales, se salvó de la quema en los disturbios previos al estallido de la contienda.

Los 40 llegaron con una dictadura militar y con una dura posguerra, en la que el hambre y la escasez hicieron mella en la población local, pero que aun así no desistió en el ánimo de seguir celebrando las fiestas en honor a su Cruz de Arriba, y con mayor o menor esplendor, continuaron celebrándose en sus fechas, como verdadero alivio a la situación que estaban viviendo. Incluso en estos años difíciles, se enriqueció el patrimonio de la Hermandad, con la adquisición, a finales de los años 30, del anterior estandarte corporativo realizado por Guillermo Carrasquilla en la ciudad de Sevilla, y que aun hoy día, restaurado, procesiona el Romero de nuestra Cruz.

Ese tesón de mantener la devoción a la Santa Cruz de Arriba y sus festejos, a pesar de las vicisitudes, provocaron que el esplendor de las mismas fuera en aumento. Dicho fervor a su Santa Cruz llevó a un grupo de arribeños y, sobre todo, arribeñas, en el año 1957, a realizar una de las demostraciones de amor más grandes e importantes hacia nuestra Titular más importantes de nuestra historia. Una obra que marco el devenir el devenir histórico y estilístico de la misma. Unidos con el único fin de honrarla, se propusieron realizar un nuevo traje, un nuevo recubrimiento para la Santísima Cruz de Arriba. Se realizo en plata, oro y marfil, sobre todo con la ilusión que en la mañana del día de la Ascensión brillara más que el mismo sol, como decían.

Muchas son las historias que nuestros mayores nos podrían contar sobre aquel hecho, entre otras que un grupo de mujeres, en aquellos años tan difíciles, marchaban a Huelva, al Banco de España que estaba en la plaza de las Monjas, a sacar la plata y el oro que se utilizó en aquel trabajo. Una vez comprobada su calidad y autenticidad, partían con ella hasta Sevilla para entregársela al encargado de dicha obra. El elegido fue el insigne orfebre Manuel Seco Velasco, quien años antes había realizado el actual traje que tiene la Santa Cruz de la Calle Sevilla de La Palma del Condado. Se decidió, acertadamente, realizar una pieza en plata exactamente igual al recubrimiento bordado de lame de plata, manteniendo en su interior su madero original, que procedía de la antigua Cruz del siglo XVIII.

A principios del mes de mayo de 1957 fue terminado dicho trabajo y durante unos días, antes de llegar de nuevo a Villarrasa, fue expuesta en un local comercial de la calle Puente y Pellón de la capital hispalense. Seco Velasco la firmó, en su madero, el 29 de mayo de 1957.

La maya del sudario o bandas fueron encargadas al convento de Santa Isabel de Sevilla, y posteriormente fue enriquecida por uno de los genios del bordado sevillano del siglo XX, Esperanza Elena Caro. En dicho trabajo de bordado se vuelve a repetir el motivo decorativo que aparece por todo el madero de nuestra Titular, las rosas de la pasión. Todo ello venía a crear una obra inmensa de arte y amor ofrecida por aquellos arribeños y arribeñas a su Cruz de Arriba.

Tal hecho marcó el devenir histórico y estilístico de nuestra Hermandad, ya que solo un año después, en 1958, la Junta de la época decidió realizar una nueva peana para el paso de su Titular que viniera a sustituir al estrenado en 1910, de mayor altura y de bella factura. Dicha peana o escabel todavía se conserva y actualmente se encuentra en el camarín del retablo de la Santa Cruz de Arriba.

En los años 60 se reformo por completo la fisonomía y decoración del Portal donde se veneraba la Cruz para sus fiestas, construyéndose en su interior tres arcos neogóticos que perduraron hasta final de los años 80, cuando se decidió hacer la nueva capilla. Junto con esto, en esa misma década se realizó, por parte del bordador moguereño Francisco Contioso Camacho, un nuevo simpecado.

A principios del 70 se decidió realizar un nuevo paso para nuestra Titular, de mayores dimensiones. El encargado fue de nuevo el orfebre sevillano Manuel Seco Velasco. A falta de las jarras del paso, que fueron terminadas al año siguiente, en mayo de 1973 fueron estrenadas en la procesión de dicho año de la Santa Cruz de Arriba.

En esta década se producen cambios importantes, no solo de las fiestas de la Cruz, sino de la propia Hermandad. El primero, y más importante, fue la formalización de una corporación que ya venía adorando al Santo Madero desde siglos atrás. Así, se realizaron nuevos estatutos y se inscribió la Hermandad en el registro de hermandades de la Diócesis de Huelva, reconociéndose por parte el obispado de nuestra provincia, lo inmemorial de las celebraciones en torno a la Santa Cruz de Arriba en Villarrasa, como así se recoge en preámbulo de nuestras reglas. En dicha formalización de nuestra Hermandad, se decidió, por parte de la Junta de la época, de incluir en su título el de Sagrados Corazones de Jesús y María y Ascensión del Señor al Cielo, que, junto con la Santa Cruz, habían sido los pilares del credo arribeño desde siempre.

Otro de esos cambios sustanciales que se produjeron en la década de los 70 en nuestra Hermandad, motivado por la conflictividad con la otra hermandad crucera de nuestro pueblo, fue la normativa emanada desde el consistorio municipal en 1973 que dividía el mes de mayo en dos quincenas, siendo la segunda la designada para nuestras fiestas. Por tanto, los festejos en torno a nuestra Cruz dejaran de celebrarse en el ancestral día de la Ascensión, y comenzaron a realizarse en cualquiera de los dos fines de semana de dicha quincena de mayo o en los primeros de junio, cuando la romería del Rocío afectaba a las mismas.

Las fiestas dejan de celebrarse en un solo día, y pasan a ser extendidas durante un fin de semana. Pero uno de esos cambios que vinieron para engrandecer aún más los festejos en honor a la Santa Cruz de Arriba, fue el decidir que la vuelta de la misma dejara de ser la noche del domingo, tras la recogida del Romero, y pasara a ser por la mañana de dicho día, tras la Función Principal. En 1976, la Cruz comenzó a procesionar por la mañana, bajo los rayos del sol, y el Romero se convirtió en el colofón de las fiestas en su honor.

De dos días, a finales de los 70, las fiestan pasan a tres. El viernes vino a engrosar en el calendario arribeño con las recordadas verbenas en la plaza de las Angustias, donde se comenzaron a realizar diferentes actos y sobre todo el inicio de lo que hoy día es el Pregón de las Fiestas de la Cruz de Arriba, los actos de Exaltación Poética, cuyas primeras ediciones se realizaron en la noche del viernes, en el mítico enclave villarrasero.

Ya en los años 80, el paso del tiempo había hecho mellas en la antigua carreta que utilizaba esta Hermandad para el Romero, la recordada “Pilila”, por lo que la Junta de Gobierno encargó una nueva carreta al orfebre sevillano José Jiménez Jiménez, que sería estrenada en el Romerito de 1982. La “Pilila” estuvo más de 100 años cobijando el simpecado de la Cruz de Arriba en sus fiestas. Hoy día, como ya comenté, lo sigue haciendo en la vecina localidad de Rociana del Condado. La actual carreta, de gran porte y envergadura, es orgullo de todos los arribeños, y en sus óvalos recoge frases alusivas a nuestra Titular: Cruz de Arriba, Blanca Paloma, Alegría de Villarrasa, etc.

Ese tesón y amor por engrandecer el patrimonio de su Cruz, llevó a proyectar la edificación de una nueva Capilla que viniera a sustituir al viejo Portal, del que se conocían varias fachadas de fisonomía diferentes durante más de un siglo de vida, pero cuyos cimientos y muros eran los mismos. Con trabajo de todos y cada uno de los hermanos de la corporación, en una ardua tarea por financiarla, la nueva Capilla se llevó varios años de construcción, y el 26 de mayo de 1994 fue bendecida. Su fachada e interior fueron diseñadas por nuestro hermano José Joaquín Domínguez Domínguez, destacando en ella la unicidad del estilo neobarroco andaluz, la armonía de formas y el esplendido aprovechamiento de la luz y el espacio, lográndose en dimensiones limitadas una conjunción de elegancia y grandiosidad.

El motivo de su construcción no fue solo el renovar el viejo Portal, sino el de construir una Capilla donde poder tener expuesta a nuestra Titular al culto durante todo el año. Por lo tanto, tal hecho se completo con la realización de un magnífico retablo camarín para cobijar a la Santa Cruz, también proyectado por un hermano de nuestra corporación, Francisco López Teba, y realizados en los talleres sevillanos del tallista Manuel Caballero Farfán. Fue inaugurado en las fiestas de 1996 y vino a engrosar el ya amplio patrimonio de la Hermandad.

En los 90, la hermandad realizó nuevas banderas y nuevo simpecado, en los talleres de Bordados de la localidad de Manzanilla. En esta misma década, surge un organismo que vino a enriquecer el patrimonio humano de la Hermandad. Se funda en estos años la Asociación de Jóvenes y Costaleros de la Santa Cruz de Arriba, destinada a la difusión entre los niños y jóvenes arribeños del amor y la devoción hacia nuestra Titular. En el año 1991 nuestra Cruz deja de procesionar con los tradicionales banzos y pasa a ser llevaba por una cuadrilla de costaleros. El paso fue modificado y ensanchado y supuso uno de los cambios estéticos más importantes que ha tenido nuestra Titular a lo largo de su historia, que la ha llevado ha tener un sello estético propio dentro de las celebraciones cruceras del Condado de Huelva, al ser la primera en hacerlo de esta manera y de las pocas que en esta zona procesiona así.

Con la existencia de la citada Asociación, un nuevo acto viene a engrosar en los festejos de la Santa Cruz de Arriba, ya que se empieza a celebrar en las fiestas un certamen de cruces infantiles. Concretamente se celebró su primera edición el sábado de 1992, pasando años después a celebrase el jueves previo a la verbena del viernes. Se alargó, por lo tanto, en un día más el calendario festivo de la Cruz de Arriba, siendo hoy día pistoletazo de las fiestas y uno de los momentos más vistosos y alegres de las mismas.

En esta misma década de los 90 se comienza a publicar lo que es Boletín de las Fiestas que cada año se edita para anunciar el calendario de cultos y actos en honor a nuestra Titular. En 1991 salió la primera edición, siendo una publicación pionera en nuestro pueblo entre todas sus hermandades. Hoy día es una cita obligada su llegada a las casas arribeñas en fechas próximas a la celebración de las fiestas.

Como podemos apreciar, desde los años 70 hasta el final del siglo XX, la Cruz de Arriba y su Hermandad, su patrimonio y sus fiestas, cobran un tremendo auge, que la van convirtiendo en lo que es hoy día, una corporación que atesora una inmemorial devoción al Santo Madero, y que, basada en ese amor a su Titular, con el trabajo, el tesón y el saber hacer, junto con las ganas y la ilusión de una Hermandad joven en sus ideas a pesar de los siglos de antigüedad, no cesa en su labor de engrandecerla y que no escatima en loores para su Cruz.

Por ello, y ya entrado el siglo XXI, la Hermandad se ha embarcado en nuevos proyectos ambiciosos, como fue la compra de la Casa Hermandad anexa a la capilla y la construcción de la nueva Casa Carreta en la cercana plaza de las Angustias. Junto con todo ello, la celebración, por todo lo alto, del Cincuentenario del Recubrimiento en Metales Preciosos de la Santa Cruz de Arriba, en 2007, fue otro hito histórico en los anales de esta corporación. Se conmemoró la realización del recubrimiento en plata realizado en 1957 por Seco Velasco, lo que fue otro momento esencial en el devenir de la Cruz de Arriba. Por ello la hermandad preparó innumerables actos y cultos durante todo el año, que concluyeron el 22 de septiembre con una Función Principal Extraordinaria en la parroquia de San Vicente Mártir que fue presidida por el entonces obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco, y la posterior procesión de regreso de nuestra Titular hasta su Capilla.

Fruto de la relación iniciada en 2007 con la Casa Real, donde fueron nombrados Hermanos Mayores Honorarios los Reyes de España, don Juan Carlos I y doña Sofía, así como presidentes de Honor de todos los actos que se celebraron en dicha efeméride, en 2013 le fue concedido el Título de Real, que hoy día nuestra Hermandad ostenta en su nombre. Esa estrecha relación ha llevado a esta Hermandad a nombrar Camarista de Honor de nuestra Titular a la actual reina de España, doña Leticia, en nombre de sus dos hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía.

Años después, gracias a nuevos hallazgos históricos de nuestra titular, sobre todo escritos, y a la datación cronológica realizada en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico del antiguo recubrimiento bordado de la Santa Cruz de Arriba, el obispado reconoció con el Título de Antigua a esta corporación, y que también vino a engrosar el nombre de nuestra Hermandad. Aunque ya se recogía en nuestros primeros estatutos y en nuestra erección canónica el carácter de inmemorial de nuestra devoción crucera y de nuestras fiestas, la Junta de Gobierno quiso dejar constancia de dicho amor ancestral a la Santa Cruz para que quedara recogido, a perpetuidad, en el título de esta corporación. Hoy día, nuestra Hermandad se enorgullece de titularse Real y Antigua.

La historia de la Santísima Cruz de Arriba, nuestra historia, es un cúmulo de sueños, proyectos y realidades, como lo pudimos comprobar en 2019. Ese año se cumplían los 25 años de la construcción de la actual Capilla de la Santa Cruz, por lo que esta Hermandad se volvió a enrolar en otro gran proyecto, como fue la culminación del retablo camarín que cobija a nuestra Titular. El 25 de mayo, tras una serie de actos extraordinarios celebrados días antes, fue bendecida dicha obra de dorado y policromado realizada en los talleres de Isla Cristina de Daniel Sánchez Vázquez. Su gloria se remato con un magnífico conjunto escultórico, con una alegoría al Santísimo Sacramento, realizada por el escultor Francisco Zamudio.

El devenir histórico de esta devoción, de esta corporación, se seguirá escribiendo con el paso de los años. Nuevos sueños y nuevos proyectos vendrán, y los arribeños y arribeños seguiremos manteniendo y engrandeciendo esta honda devoción y tradición, y continuaremos demostrando el amor hacia nuestra Titular, eje vertebrador de nuestras vidas. En este texto he querido recoger, en unas pocas páginas, el basto pasado de la Santísima Cruz de Arriba, y que nos ha llevado a ser lo que hoy somos, lo que significa para los cruceros y para el pueblo de Villarrasa, siendo una de las principales celebraciones de su calendario festivo, orgullo de todos y cada uno de nosotros.

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