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Usos y Costumbres

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Villarrasa, de eminente carácter rural, está marcado por la dedicación de sus gentes a una economía principalmente agrícola y sigue manteniendo hoy día entre sus tradiciones la transformación de los frutos de las cosecha para obtener el vino y el aceite que se consumen en el municipio durante todo el año. Un proceso que se repite cada año y que condiciona las tradiciones y la vida del pueblo. Sus excelentes vinos y aceites de oliva están a la disposición de lo visitante en las cooperativas del propio pueblo.

Entre los cultivos tradicionales destacan los cereales, los cultivos industriales como el girasol y los garbanzos. El olivar está presente en algo más de 400 hectáreas destinadas a la producción de aceite. El viñedo tan sólo alcanza 125 hectáreas.

Su situación geográfica ha favorecido la instalación de importantes empresas, como la Planta de Reciclaje y Compostaje (receptora de los residuos urbanos de Huelva, el litoral y el Condado) y Frutaria, especializada en frutales de hueso en régimen de regadío como cítrico, melocotoneros, ciruelas, kiwis y perales. Estos nuevos cultivos diversifican la tradicional agricultura local y genera más de 100.000 jornales al año. Un 55 % de la población activa de Villarrasa trabaja en este sector.

Pero si Villarrasa destaca por su labor en la agricultura, también lo hace por ser un municipio rico en labores artesanas. Históricamente, las labores artesanales procedentes de este pueblo han quedado definidas por la multitud de profesionales dedicados al trabajo del esparto, técnica artesanal que supone el secado de la planta para posteriormente realizarse trabajos de trenzado con la ayuda de una aguja de gran tamaño. A él se unen las labores realizadas con la caña, elaborando con ella todo tipo de artículos de cestería, que tienen un claro sabor a antiguo, a artesanal. Además de estos trabajos, encontramos diversas labores propias de las curtidurías, relacionadas con el trabajo con las pieles de animales.

Con el paso de los años, y como suele ser una constante cuando se habla de artesanía, estas tareas se han perdido, con lo que se ha dejado de lado una de las muestras más características del arte popular, que se mostraba tanto en útiles de uso cotidiano y doméstico, como en otros de sentido más específico. Con su abandono, han dado paso a labores más provechosas económicamente para aquellos que la practicaban, o bien han sido olvidadas ante la falta de demanda, por lo que su supervivencia actual, responde más a un sentido decorativo, antropológico, de recuerdo de antiguas técnicas, que al propio sentido de utilidad con el que nacieron, con algunas excepciones.

Además esta localidad se caracteriza por su amplia tradición repostera paralela al calendario festivo de Villarrasa. No es extraño ver en las vísperas de cualquier festividad, reunión de familiares y vecinos para la elaboración de dulces caseros como roscos fritos, pestiños y rosas, sin olvidar las típicas torrijas en Semana Santa.

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